A pocos días de cumplirse un año desde que la Superintendencia Nacional de Salud tomó el control de la Nueva EPS, la situación de la entidad no solo no ha mejorado, sino que continúa deteriorándose, con un aumento en las quejas de los usuarios y crecientes dificultades para las clínicas y hospitales debido a la falta de pago.
La Nueva EPS, la más grande del país con más de 10 millones de afiliados, ha sido blanco de críticas constantes por el secretismo en el manejo de su información financiera y operativa. En su momento, el Gobierno justificó la intervención argumentando problemas financieros y administrativos que le impedían cumplir con las exigencias legales, además de un aumento incesante en el número de quejas y deudas que superaban los $2 billones de pesos.
Sin embargo, los indicadores muestran que la crisis no solo persiste, sino que se ha profundizado. Según cifras de la Superintendencia de Salud, en 2024 se presentaron 358.316 quejas contra la Nueva EPS, un incremento del 30% respecto a 2023, cuando se registraron 277.033 reclamos. Además, en los dos primeros meses de 2025, ya se han recibido 81.455 quejas, reflejando la creciente insatisfacción de los usuarios.
Deudas millonarias y suspensión de servicios
El impacto financiero sobre las clínicas y hospitales también ha sido devastador. La Asociación Colombiana de Clínicas y Hospitales reportó que, en junio de 2024, la deuda de la Nueva EPS con las instituciones prestadoras de salud ascendía a 4,2 billones de pesos, con una cartera en mora de 2,2 billones (53% en mora).
Lejos de reducirse, esta deuda ha seguido aumentando, llevando a múltiples instituciones a suspender la atención a los afiliados de la Nueva EPS. Esta semana, la Fundación Cardiovascular de Colombia y el Hospital Internacional de Colombia anunciaron que dejarán de prestar sus servicios debido a los millonarios pagos pendientes.
El presidente de la Fundación Cardiovascular de Colombia denunció que la deuda de la EPS con su institución supera los $106.000 millones. Además, desde la intervención, los pagos atrasados por más de 180 días alcanzan los $64.000 millones, afectando gravemente a más de 8.500 pacientes.
Un balance desalentador
En este panorama, lo que inicialmente se planteó como una solución para salvar la Nueva EPS parece haberse convertido en un problema aún mayor. Como lo afirmó recientemente el analista en salud Juan Carlos Forero: “La intervención termina siendo un remedio peor que la enfermedad”.
Con la creciente incertidumbre sobre el futuro de la entidad y la atención de sus más de 10 millones de afiliados en riesgo, la crisis de la Nueva EPS sigue siendo un desafío sin resolver para el sistema de salud en Colombia.
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