El Heredero

“Heredero del hacha, de la hoz, del azadón, de la vaca, del caballo, de uno que otro cagajón. Heredero de la copla...

Albert Camus dijo que solo la música está a la altura del mar. En sus playas habla, calla, abriga, tranquiliza.

Feizar Orjuela, conocido artísticamente como El Heredero. Foto cortesia

Está de moda (siempre en el mundo mediático algo está de moda), el Heredero, cuya canción “La coqueta” la canta y la baila Colombia entera; desde los grandes salones de los clubes hasta las ferias populares de nuestros pueblos: “Heredero del hacha, de la hoz, del azadón, de la vaca, del caballo, de uno que otro cagajón. Heredero de la copla, del poema hecho canción. Y de mi bella carranga yo también soy heredero y mi alma y mi corazón visten de ruana y sombrero”, dice su autor.

Sin escuela musical como muchos intérpretes en Colombia es este campesino y montañero (que como yo, ama las montañas). Porque el que sube a las montaña, al páramo (como el abuelo, como mis hijos), bien temprano, ve el sol antes que cualquier otro (según Schopenhauer).

De la vereda Pajarito, entre las nubes de Macaravita, Santander, donde hay ovejas y una vez hubo trigo, ha vivido arando y componiendo entre palomas torcazas. La vida da frutos y el Heredero los está recogiendo por sus sencillez y autenticidad. Sin arribismo y con poesía. Sin negar la realidad social, viendo el sufrimiento que acompaña a la mujer, al niño campesino que madruga a ordeñar, a cortar la leña, a arrear las ovejas o el ganado, día tras día, con lluvia o cielo esplendoroso, el Heredero ha conseguido volver a posicionar la carranga a través de sus letras. Como en “Marta” o en los “Los encargos de mi mamá”, con la amorosa “Pero te quiero”, y con muchas otras canciones llenas de alegría, jocosidad y picaresca, tan propias de nuestro campo colombiano.

No improvisa, “Coqueta” la ideó desde el 2018, el Heredero es hijo de un padre carranguero y de una mamá profesora que él define como “poeta, escritora, cantadora”. Lo corregía como lo hacen las mamás en Santander, que son las que nos forman para la vida y la ternura, las que nos enseñan desde cómo comer hasta como vestir.

El Heredero es un campesino: “crecí arreando ganado, crecí silbando, cantando por los caminos de mí vereda”.

Lleva la voz de los campesinos con la carranga y ese es su mérito y su virtud. Ya no tiene la tabla de madera de la infancia donde sacaba canciones, ya no vende electrodomésticos ni maneja taxi porque hizo música con la poesía de su madre y de su padre que también cantaba en los caminos.

Por: Donaldo Ortiz Latorre. Vanguardia


Publicar un comentario

0 Comentarios