Jaime Alonso Vásquez Giraldo, periodista y Veedor, asesinado el 14 de abril de 2024. crédito @Wilson_Suaza
En un año marcado por la violencia contra los comunicadores, el informe anual de Reporteros Sin Fronteras (RSF), publicado el pasado 12 de diciembre, revela un panorama desolador: Colombia es el segundo país más peligroso de América Latina para ejercer el periodismo, solo superado por México. En 2024, dos periodistas colombianos pagaron con su vida por ejercer su labor: Jaime Vásquez y Mardonio Mejía Mendoza, quienes denunciaron corrupción e inseguridad en sus regiones.
El asesinato de Jaime Vásquez, perpetrado el 14 de abril en Cúcuta, Norte de Santander, fue un golpe al corazón de la veeduría social. Vásquez había dedicado años a investigar la corrupción en la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (Ungrd) y en contrataciones públicas. A pesar de que Gustavo Alexander Corredor Torres, alias "el Enano" y líder del grupo criminal AK-47, fue condenado como el autor material, el crimen aún guarda secretos oscuros: ¿quién ordenó su muerte? ¿Cuánto costó silenciarlo?
Por su parte, el 24 de enero en San Pedro, Sucre, hombres armados asesinaron a Mardonio Mejía Mendoza, director de la emisora comunitaria Sonora Estéreo. Mejía había enfocado su trabajo en los problemas de inseguridad de la región, convirtiéndose en un objetivo para aquellos que se benefician del caos. A diferencia del caso de Vásquez, el crimen de Mejía sigue sin resolución judicial, alimentando la sensación de impunidad que rodea estos actos atroces.
Periodista Mardonio Mejía, asesinado por sicarios al interior de su vivienda en Sucre - crédito X
Un contexto hostil para el periodismo
Desde 1938, la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) ha documentado 168 asesinatos de periodistas en Colombia. Los comunicadores que investigan temas sensibles como corrupción, medio ambiente y conflictos armados enfrentan amenazas constantes. Este año, la lista de tragedias se amplió con el asesinato de Steven Andrés Fajardo, director de Triunfadora Stereo en Puerto Triunfo, cuya muerte también permanece en la penumbra judicial.
A nivel global, el panorama no es menos sombrío. Según RSF, en 2024 se reportaron 54 asesinatos de periodistas, de los cuales 31 ocurrieron en zonas de conflicto como Oriente Medio, Sudán, Birmania y Ucrania. México continúa encabezando la lista de desapariciones, concentrando más del 30% de los casos en el mundo.
La represión también se extiende a la privación de libertad: en 2024, 550 periodistas fueron encarcelados, lo que representa un aumento del 7,2% respecto al año anterior. Además, 55 comunicadores permanecen secuestrados y 95 están desaparecidos, dejando un vacío devastador en las comunidades que dependían de su labor para conocer la verdad.
El llamado de RSF: proteger la verdad y la democracia
Ante este panorama, RSF insta a los gobiernos a fortalecer las medidas de protección para los periodistas y a garantizar investigaciones exhaustivas que esclarezcan los crímenes. El informe subraya la urgencia de ratificar la Convención Internacional para la Protección de Todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas, un acuerdo que solo 75 países han suscrito hasta ahora.
La violencia contra los periodistas no es solo un ataque a individuos, sino una afrenta al derecho colectivo a la información y a la libertad de prensa, pilares fundamentales de cualquier democracia. Mientras los comunicadores sigan siendo silenciados por su valentía, la sociedad pierde su voz, su memoria y su capacidad de exigir rendición de cuentas.
En Colombia y en el mundo, el oficio de informar se ha convertido en una lucha constante por sobrevivir. A pesar de los riesgos, hombres y mujeres como Vásquez, Mejía y Fajardo siguen dejando un legado de resistencia, recordándonos que la verdad, aunque asediada, es una fuerza que jamás puede ser completamente extinguida.
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