En Norte de Santander, una racha de violencia ha intensificado la crisis de seguridad en la región, dejando un saldo de 37 víctimas mortales entre octubre y noviembre. Este departamento enfrenta una compleja amalgama de actores violentos, incluyendo guerrillas, disidencias, narcotraficantes, bandas criminales transnacionales y grupos armados ilegales que han generado un panorama sombrío.
La ola de violencia comenzó el 5 de octubre con dos masacres en La Playa de Belén y Ábrego, seguidas de asesinatos selectivos en Hacarí, Tibú y Teorama. En paralelo, los ataques a la Fuerza Pública se incrementaron, con soldados y policías asesinados en diversos municipios del Catatumbo.
El 22 de noviembre, otro asalto bancario en Convención donde se llevaron 2.780 millones de pesos, dejó a un policía herido y reveló la persistencia de la inseguridad. En total, se han registrado asesinatos de líderes sociales, profesionales y civiles, mientras que los ataques a las Fuerzas Militares continúan desbordando la capacidad de respuesta del Estado.
Según Francisco Unda Lara, gerente de la Asociación Nacional de Empresarios (ANDI), tres factores agravan la situación:
- Extorsión sistemática: Tanto en áreas urbanas como rurales, ciudadanos y empresarios deben pagar cuotas a grupos armados para operar con normalidad.
- Control ilegítimo: Las disidencias de las Farc, el ELN y el EPL dictan las condiciones bajo las cuales empresas pueden operar en la región, asfixiando la economía local.
- Violencia urbana: Bandas criminales disputan territorios, lo que incrementa los robos, las extorsiones y los homicidios selectivos en las ciudades.
En medio de esta tragedia, los habitantes de Norte de Santander claman por soluciones urgentes que devuelvan la tranquilidad a un departamento sumido en el miedo y la desesperanza.
0 Comentarios