Un grupo de encapuchados protagonizó una toma polémica en la Sede de Investigación de la Universidad de Antioquia, cerrando las instalaciones con cadenas e impidiendo la atención de pacientes que requieren trasplantes de riñón y otros tratamientos médicos vitales. Este acto, que generó indignación en la sociedad antioqueña, fue calificado como un hecho criminal por el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, quien pidió una reacción colectiva de la sociedad para poner fin a este tipo de acciones que, según él, van más allá de una protesta social y constituir una violación a la ley ya los derechos de los ciudadanos.
"Lo hecho por este grupo de personas no es una protesta social, sino un acto que va en contra de la legalidad. Reaccionamos como sociedad. ¡Basta ya!", expresó el mandatario local, rechazando con firmeza las acciones de los encapuchados, señalando que estas no representan una manifestación legítima, sino un atentado contra la legalidad y el bienestar de la comunidad, especialmente de los pacientes que se ven afectados.
Por su parte, el gobernador de Antioquia, Andrés Julián Rendón, también se manifestó en contra de lo ocurrido. Aseguró que, de haber sido advertido previamente por las directivas de la universidad, habría ordenado la intervención de la fuerza pública para evitar la toma. "Ninguna protesta puede vulnerar los derechos de los demás, ni poner en riesgo la vida de las personas, especialmente cuando se trata de servicios esenciales como la atención médica, que debe estar garantizada bajo cualquier circunstancia, ya que su interrupción afecta gravemente a quienes dependen de tratamientos médicos críticos y pone en peligro su bienestar y su vida.
Contexto de la protesta
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