Tras el desalojo el pasado 16 de junio de 23 casas en
el Cerro Chuño, un sector pobre de Arica, en el extremo norte de Chile, la
policía encontró armas, drogas y el cadáver enterrado con signos de tortura de
un hombre que ya llevaba un mes muerto, según la autopsia.
Los agentes detuvieron a 17 personas que fueron
imputadas por delitos de tráfico y asociación ilícita para el tráfico de
drogas, secuestro, tenencia de armas de fuego, entre otros cargos.
En algunos países de América Latina, este tipo de
operaciones se han vuelto comunes en las últimas décadas, pero en Chile, uno de
los países más seguros del continente, causa conmoción.
«Quiero que sepan que los vamos a perseguir», advirtió
días después el presidente del país, Gabriel Boric, refiriéndose al caso.
De acuerdo con la policía, los imputados forman parte
del grupo «Los Gallegos», un brazo de una megabanda criminal
venezolana que se ha expandido por casi todo el continente.
El Tren de Aragua, como se le conoce, nació en el
estado del mismo nombre, en el norte de Venezuela, hace una década
aproximadamente.
Según expertos, esta temida organización es liderada
por Héctor Rusthenford Guerrero Flores, alias «Niño Guerrero», quien
actualmente se encuentra preso en la cárcel de Tocorón por varios delitos,
entre ellos homicidio.
Hay consenso entre los expertos en que Tocorón
funciona como «sede» del Tren de Aragua.
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