La venezolana Angélica Lacantore es una de los 6
candidatos a ganar el premio Pastelero Revelación que convoca Madrid Fusión
Alimentos de España 2022 y cuyo concurso se celebrará el lunes 28 de marzo en
el Pastry Fusión.
Los finalistas fueron seleccionados entre jóvenes que destacan por "la
originalidad y perfección técnica" de los trabajos que realizan en sus
respectivos puestos, ya sean restaurantes u obradores de pastelería, y buscarán
un galardón con el que se quiere reconocer "la gran labor" que llevan
a cabo en España "algunos de los más prometedores talentos del universo
dulce".
Lacantore es la jefa de pastelería de Panem, una de las panaderías más alabadas
de Madrid, donde se elaboran hogazas, chapatas y baguettes con harinas
seleccionadas, de acidez imperceptible e intenso sabor a los cereales de los
que proceden.
Angélica se formó en la escuela Hofmann y trabajó como jefa de pastelería en El
Celler de Can Roca y en Gante, con el pastelero flamenco Marijn Coertjens. En
su cocina dulce, calificada de técnica, fusiona con valentía ingredientes muy
diferentes.
Su historia tiene origen en Los Palos Grandes. "A los 12 años empecé a
hacer prácticas en un restaurante por las tardes y cuando cumplí los 15 supe
claramente que quería estudiar cocina. Estaba en Bachillerato y complementaba
mi tiempo con cursos de panadería con los maestros panaderos en Caracas",
recuerda. El chef que le dio su primera oportunidad, fue Gilberto Martínez, del
restaurante “Vlassis le Med”.
Su padre, oriundo de Italia, y su madre, del oriente venezolano, hicieron de la
cocina una actividad colectiva. Intentó estudiar física, pero no le fue bien.
Hizo cursos de Pastelería Internacional y cocina con el chef Eduardo Moreno y
retomó la universidad, esta vez en Nutrición y Dietética, mientras que, de
forma paralela, practicaba fútbol.
Siempre visitaba las páginas de la Escuela Hoffman de Barcelona, España, y su
anhelo de estudiar allí se concretó a los 25 años, cuando cursó hostelería y
pastelería. Quedar entre los tres mejores del curso le permitió ejercer la
pasantía en El Celler de Can Roca. Lo demás es historia.
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