La
dictadura venezolana continúa usando brutales métodos de tortura en sus
centros de detención, pese a los intentos de mostrarse colaborativa con la Alta
Comisión de Derechos Humanos, según denunció la activista Tamara Suju,
directora ejecutiva del Instituto Casla.
“Caja
de muñecas” es el nombre usado por el régimen para este método que está siendo
aplicado por la Dirección General de Contrainteligencia Militar.
“Colocan
a los detenidos en un espacio de 60 cm x 60 cm. Los dejan allí por horas,
algunos han pasado hasta tres noches”, explicó una ilustración del Instituto
Casla, en un adelanto del informe que presentará en enero sobre las violaciones
a los derechos humanos en Venezuela.
El
escaso espacio hace que los detenidos, habitualmente perseguidos políticos,
tengan que estar parados y prácticamente no tengan espacio para sentarse o
ponerse en cuclillas sin chocar con las paredes.
La
publicación incluyó el testimonio de una víctima que fue torturado en el lugar
y que detalló los efectos físicos y psicológicos sufridos: “Pasé tres días en
esa especie de cajón, sin agua y comida, sin aire, negro completamente, y creí
que veía luces y sombras y que me hablaban. Me desmayé tres veces del cansancio,
me hice pipí y me aguantaban las paredes, estaba alucinando”.
Por su
parte, Suju añadió: “En esta ‘caja de muñecas’ hay víctimas que han pasado más
de una semana. La sensación de asfixia es como estar enterrados en un ataúd.
Jamás lo olvidan”. Su mensaje estuvo acompañado de la etiqueta “No a la
normalización del horror en Venezuela”.
El
Instituto Casla presenta anualmente su informe sobre las torturas y vejaciones
y la influencia del régimen cubano en el sistema de persecución a disidentes.
Además, eleva el
documento a la OEA y a la Corte Penal Internacional.
Es
habitual que las personas que hayan estado detenidas en los aterradores
sótanos de la Dgcim presenten
luego deterioro muscular y óseo, dolores de espalda, lumbares y de
los huesos.
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