“No más
muertes ni torturas en custodia del Estado”, reza uno de los carteles que
exhiben familiares de víctimas de violación de derechos humanos, cuando exigen
que el Fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI), Karim Khan,
quien llegó a
Venezuela para una visita de tres días, se reúna con los familiares
de los asesinados en ejecuciones extrajudiciales, presos políticos y
militares, muertos y torturados en manos de los funcionarios del Estado.
El
Estado venezolano se ha dedicado a modificar los centros de reclusión
emblemáticos de tortura, como los sótanos de la Dirección General de
Contrainteligencia Militar (DGCIM) o del Servicio Bolivariano de
Inteligencia (DGCIM), para hacerlos más amigables a los ojos de los
visitantes. Incluso le hicieron
maquillaje a la cárcel militar de Ramo Verde.
Sitios
como la Casa de Los Sueños, el camión El Refrigerador, La Jaula
de Los Locos, El Ascensor y otros sitios de la DGCIM en
Boleíta, ya no existen como tales; fueron reformados, pintados,
acondicionados y arreglados, dejando bajo las capas de pintura y cerámica el
dolor, la sangre, las lágrimas, la tortura, las violaciones físicas y
psicológicas de numerosos detenidos civiles y militares.
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